Entiendo perfectamente su frustración y su desesperación. Las teorías suelen fallar en estos casos y al final recurrimos a la consabida paciencia, algo muy complicado de tener en el día a día. Perece que lo han probado casi todo, sin resultado. Este asunto es bastante frecuente en los niños con síndrome de Down, y en la población general también, y no tiene una solución inmediata. Pueden ustedes probar con el método de las proximaciones sucesivas. Ante todo, tal vez sea conveniente establecer la rutina de la comida para que la niña la vaya asimilando; es decir, comer sentada ante una mesa, o en la trona. Pongan a la niña un plato de comida chafada o poco triturada que a ella le guste, en muy poca cantidad (empiecen por dos o tres cucharadas); obliguen a la niña a que las tome y después le dan lo que ella tome habitualmente; pero insistan en que se tome esas dos o tres cucharadas previas. Según vaya la cosa, aumenten el número de cucharadas poco a poco. También es aconsejable que no se agobie usted demasiado con este asunto, que traten de normalizar, en la medida de lo posible, el momento de la comida para que la niña no perciba esa angustia y la maneje a su conveniencia. Esta no es la receta mágica, como usted supondrá. Hay que ir probando estrategias hasta dar con la tecla adecuada. Ya sé que no es fácil y el asunto es agotador. Consulte con el pediatra para que no haya pérdida de peso importante. Y den a probar a la niña cosas muy diferentes para que experimente sabores y texturas diferentes y se vaya adaptando poco a poco. Seguimos en contacto. Suerte y un abrazo. Isidoro Candel