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Buenas tardes desde Málaga. Tengo una hermana con S. down, con 53 años, que fué la alegría de nuestra casa en nuestra juventud: cariñosa, autosuficiente, reponsable, colaboradora,…Hasta hace 6 o 7 años ayudaba en las tareas de casa (limpieza, ordenada, …con las cosillas propias suyas). Un año antes de fallecer mi padre(2014) ya convivía con mi hermana, y observamos cambios en su conducta (discutía con él, tenía que comer la fruta que ella quería, aunque le apeteciese otra, porque ella se la preparaba), Sabe leer, escribir y no paramos de proponerle caligrafías y sopas de letras para que continúe practicando, pero la realidad es que va para atrás a pasos agigantados y eso nos ha preocupado a los tres hermanos (ya solo somos dos). Ha vivido cambios importantes (fallecimiento de padres, de hermano, nacimiento de sobrinos,…). El caso es que era una ayuda y ahora es un problema que nos preocupa. Convive con mi hermana y mi cuñado(un «santo» ) en el pueblo y yo voy a verlos cuando puedo, teniendo todos inmejorable relación. Últimamente acudía a una residencia, unas horas por la mañana, pero ya se niega a ello. Está muy gorda y no quiere hacer ejercicio. Todos los médicos coinciden en «vejez». Incluso alguno diagnosticó alzheimer, como dice José María y compartimos esto. El caso es que estamos muy preocupados porque no para de ir al servico (cada 10 minutos, e incluso se hace encima a pesar de ello) y cuando le decimos que debe esperar se nos echa a llorar. Eso nos hace sufrir porque no la vemos feliz, sin razón alguna, porque todos le damos mucho cariño, solo que a veces le seguimos exigiendo cosillas, para que no se «achanque», pero no quiere hacer ejercicio y con la comida hay que pararla (le decimos que la vamos a ver en una silla de ruedas y vuelve a llorar). Los dos hermanos hablamos mucho, si subimos la medicación se «apaga» y no queremos verla así, si la bajamos no descansa, está inquieta; y ahí vamos trabajando. Hemos concluido que a ella no la podemos cambiar, que debemos cambiar nosotros y aceptarlo, pero nos cuesta mucho, porque conseguimos mucho de ella en nuestra juventud: le podíamos dejar bebés a su cuidado, que les daba el biberón y cambiaba los pañales (era una alegría) y ahora, ir viendo el deterioro y no poderla ayudar nos hace sufrir mucho; sobre todo, no verla feliz. Ahora es totalmente dependiente y muy «cabezoncilla» y te discute todo,. te pregunta las cosas mil veces y se le «olvidan», aunque las tablas de multiplicar no se le han olvidado.
Es duro verla pasar de casi autónoma a dependiente, pero eso nos pasa a todos, no lo esperábamos con ella, pero así es y debemos aceptarlo. Expongo el caso para compartir nuestra vivencia, a veces nos cuesta más aceptarlo, a veces lo llevamos mejor. Pero nuestra preocupación es verla infeliz, cuando le negamos cosas y se echa a llorar. A veces nos funciona hacerle pequeños «tratos»: ahora después,…el fin de semana,…. Pasó en febrero una neumonía bipolar grave y la ha dejado muy tocada, necesitando oxigenoterapia, y ahora con el confinamiento del virus no ha podido salir nada, le cuesta trabajo andar, pone reticencias a la mascarilla,…y no entendía que no fuese a verla al pueblo. Le decía que cuando la Guardia civil lo permitiera, y no lo entendía. Todos los días hacíamos videollamada y siempre me preguntaba lo mismo, qué había comido y cuándo iba a ir a verla. Ahora tengo vacaciones y he venido al pueblo para estar cerca y ayudar a mi herman en lo que pueda, pero está muy difícil.
Si alguien nos puede aconsejar en hacerle la vida mejor se lo agradecería. Un saludo a todos.