Noticia15 Feb 20234 minutos de lectura

“La sociedad nos ha etiquetado, pero puedo hacer de todo y el baloncesto es lo que me apasiona”

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Afortunadamente, cada vez son más los deportes en los que la inclusión de personas con síndrome de Down va ganando terreno. El baloncesto es uno de ellos, pues muchos clubes y entrenadores son conscientes de que esta actividad deportiva puede ser practicada por personas con discapacidad intelectual siendo además muy beneficiosa para ellas y para los propios clubes.

“El baloncesto une y capacita”

“A mí el baloncesto me encanta. Desde los quince años más o menos. Es mi pasión y ahora puedo dar clases a niños, que también me encantan porque son un tesoro”, dice emocionado Pablo Navarro, alumno de la primera edición de los cursos TECDI de Baloncesto Sin Rasgos.

Pablo, de 26 años, no puede estar más orgulloso de haber obtenido su título de ayudante de entrenador -TECDI– junto a ‘Baloncesto Sin Rasgos’, un proyecto de escuelas de baloncesto para personas con discapacidad intelectual, donde además de ofrecerles clases y partidos, desde el año pasado, les dan la oportunidad de convertirse en ayudantes de entrenador de baloncesto. Siempre bajo el lema “El baloncesto une y capacita”.

“Los cursos TECDI son una formación para que las personas con discapacidad intelectual adquieran competencias deportivas con transferencia a la vida cotidiana, que también les ayudarán a lograr su inclusión en el mercado laboral”, explica Jorge Blanco, director general y uno de los fundadores de Baloncesto Sin Rasgos  (BsnR).

Después de la exitosa primera edición del curso TECDI, en la que ocho alumnos como Pablo consiguieron un título que les permite dedicarse profesionalmente al baloncesto, acaba de comenzar la segunda formación con un grupo de 19 alumnos y alumnas igual de ilusionado que el primero.

“El curso TECDI me encantó, tanto que quise repetirlo. Con mis compañeros del curso también estuve muy bien y para mí fue una gran sorpresa que un día nos saludara el jugador a baloncesto Chema González [fundador de BsnR], todos saltamos de alegría, ¡todos!”, exclama Pablo. “Hay una primera parte de teoría, como clases y luego ya es algo más físico y práctico. Eso es lo que más me gustó, salir con el chándal a la calle a practicar lo que aprendemos en la teoría,  aplicarlo todo en la pista. Lo más difícil es la teoría, pero hay que aprenderla para concienciar a los entrenadores de niños pequeños y ayudarles a dar clase bien. Lo mejor de todo es la experiencia ahora trabajando como TECDI. Me encanta”, señala el joven.

Según explica Jorge Blanco, “la experiencia de la primera formación fue muy positiva”. “Por un lado, pudimos comprobar que los contenidos propuestos dotaron a los alumnos de competencias reales y, por otro lado, recibimos un feedback muy positivo, tanto de los propios alumnos que mostraban mucha motivación por lograr una oportunidad laboral en el contexto deportivo, como de sus familias y personas de apoyo. De esta segunda edición esperamos lograr un mayor impacto llegando a más personas beneficiarias y a más entidades de apoyo y también generar incorporaciones reales en prácticas dentro de la estructura de Baloncesto Sin Rasgos y del Club Baloncesto Estudiantes”.

De acuerdo con las palabras de Carmen Ocete, experta en deporte inclusivo de DOWN ESPAÑA, “el principal beneficio de esta formación es que impulsa su incorporación laboral en un contexto deportivo, algo innovador”. “Por otro lado, formarse potencia su autoestima, mejora la capacidad de sentirse capaces de realizar tareas con éxito, mejora sus competencias sociales, fomenta su autonomía, y contribuye a su inclusión social”, señala.

Gracias a esta formación que cuenta con colaboración de Fundación Sanitas, Universidad de Comillas y del club baloncesto Estudiantes, jóvenes como Pablo pueden seguir dando ejemplo de que las personas con síndrome de Down pueden formarse y trabajar en lo que se propongan, y sobre todo, sentirse muy realizadas por ello.

“Sé que soy un ejemplo”, dice Pablo antes de despedirse. “Las personas con síndrome de Down podemos hacer de todo y personas con otras discapacidades también. La sociedad nos ha etiquetado y eso es un error. Me gustaría que la sociedad no se comportara excluyendo ni segregando”, finaliza.