Educación21 Feb 20205 minutos de lectura

”Queríamos que Santi fuera al mismo colegio que su hermano. Algo lógico y razonable, ¿no?“

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El sábado pasado Santi, con 9 años y Síndrome de Down, y su hermano Miguel, con 8 años, jugaron como otro sábado más en Orcasitas dos partidos de rugby con su equipo inclusivo, el San Isidro. Allí me encontré con la mamá de una niña de 6 años, Claudia, también con Síndrome de Down, que, junto con sus hermanos de 5 y 3 años, van al mismo colegio que Santi y Miguel, al Cardenal Spínola.

Estuvimos hablando del colegio… Ambas pensamos que, tanto Claudia como Santi, están disfrutando en este colegio, porque son uno más dentro del grupo, con su particularidades, capacidades y necesidades… pero como el resto.

Emilio, mi marido y padre de Santi, y yo, cuando tuvimos que realizar la elección de colegio y la modalidad educativa (que en realidad, no elegíamos nosotros, sino que nos lo determinaba un equipo de técnicos de educación de la Comunidad de Madrid, tras una valoración a Santi y un dictamen de escolarización…) vimos claramente que Santi tenía derecho a estar en un colegio ordinario, y sobre todo, pensamos que Santi tenía que aprender, crecer y convivir en un modelo “a escala reducida” de lo que sería la sociedad en la que tendrá que vivir cuando sea adulto. Además, queríamos que fuera al mismo colegio que su hermano Miguel… Algo lógico y razonable ¿no?… como cualquier otra familia con varios hijos en edad escolar.

Por otra parte, también creemos que Miguel, hermano de Santi, los hermanos de Claudia, todos los niños y niñas del Spínola que no tienen una discapacidad intelectual o un dictamen de Necesidades Especiales (NNEE), se están enriqueciendo de convivir con la diversidad. Les está enseñando a respetar a los que no tienen las mismas capacidades, a aceptarles como son, a ayudar a los que lo necesitan, a aprender mejor ya que las metodologías inclusivas son para todos… En definitiva, a que en un futuro, en sus trabajos, entornos de ocio, etc.… cuando se incorpore un nuevo compañero con diversidad funcional, no le miren raro, sepan cómo tratarle, confíen en sus capacidades….


Es una pena que la administración educativa y muchas familias con niños con diversidad funcional no confíen en los beneficios de la inclusión educativa… Estar escolarizados en colegios ordinarios les proporciona herramientas y aprendizajes para normalizar su diversidad y para poder ser tratados como ciudadanos de primera

La Administración educativa, tras ratificar España la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU en 2007, debería dotar, tanto en número como en calidad, los apoyos que necesita la inclusión en los colegios ordinarios.

El colegio Cardenal Spínola tiene vocación inclusiva, y lo demuestra con su metodología, la admisión de gran número de niños con discapacidad, el lema de su Fundación, … pero no llega a atender con suficiente calidad al número elevado de alumnos con NNEE y con elevada ratio por aula. Porque la inclusión de calidad, real, auténtica no sólo significa que nuestros hijos estén presentes en el colegio, sino que participen y progresen… y para ello se necesita, además de voluntad, formación y recursos.

Nos gustaría que Santi pudiera permanecer escolarizado en este colegio hasta el momento que decida seguir otra vía académica, de acuerdo a sus inquietudes y a sus metas… Aunque para ello, todavía queda mucho camino por recorrer y muchos obstáculos que superar, pero que no dejarán que nos paremos siempre que Santi quiera seguir adelante.

Copio un par de textos de la Comisión Mundial por la Educación (CME), movimiento de la sociedad civil fundado en 1999 en el Foro Mundial de Educación de Dakar, que agrupa ONGS, asociaciones de profesores, padres y madres, de personas con discapacidad instituciones académicas, organismos y entidades de 96 países. Esta entidad promueve y defiende la educación como derecho humano básico en su informe “Igualdad de derechos. Igualdad de oportunidades. La educación inclusiva para los niños con discapacidad” de una de sus campañas mundiales por la educación, que refleja lo anterior:

«La educación inclusiva tiene un potencial aún mayor cuando se utiliza correctamente y con eficacia. De hecho, suele ser realmente transformadora para las personas, los sistemas educativos y la sociedad […] Puede ayudar a elevar el nivel de calidad de los sistemas educativos. La educación inclusiva comporta la provisión de oportunidades de aprendizaje significativas para todos los estudiantes en el contexto del sistema escolar convencional«.

Hay cientos de estudios realizados por entidades a nivel europeo y mundial que demuestran y avalan los beneficios para TODA LA SOCIEDAD de promover y poner en práctica una educación inclusiva de calidad

Nosotros vemos los beneficios que le aporta a Santi estar con todos sus ‘compis’ en el cole… y las familias de sus ‘compis’ nos transmiten que sus hijos están aprendiendo mucho teniendo a Santi de compañero….Pero no debemos conformarnos con lo que tenemos, se puede mejorar y se debe mejorar… y tenemos que estar ahí apoyando cualquier iniciativa de mejora de la educación inclusiva en la sociedad.