Lo que usted cuenta es bastante frecuente. Muchos niños disfrutan en casa con la estimulación como un juego, pero rechazan la intervención en el centro. Hay varios motivos: el niño extraña el lugar y a las personas; normalmente se le obliga a hacer cosas que a lo mejor no le interesan, a veces se le fuerza un poco (si el fisioterapeuta utiliza el método Vojta, el niño suele llorar); el propio temperamento del niño, que no acaba de adaptarse a la situación, y le cuesta establecer relaciones con los estimuladores.

En cualquier caso, es evidente que hay que cambiar de táctica porque no tiene sentido seguir en esas condiciones: el niño lo pasa mal, los padres también, los estimuladores no pueden hacer nada… Lo fundamental es que lo hablen ustedes con los profesionales, que son los que mejor conocen lo que sucede, y negocien soluciones.

Me permito sugerirle algo que a mí me ha dado muy buen resultado y que debería ser más común: la intervención en el domicilio. Si algún estimulador puede acercarse a casa una vez a la semana o al mes, podrá observar mejor el verdadero rendimiento del niño en su ambiente, en su salsa.

Pueden también cambiar algunos aspectos del tratamiento en el centro, haciéndolo menos dirigido, con más intervención de los padres y menos de los estimuladores.

En fin, son ustedes, los padres y los profesionales, lo que deben acordar las acciones (pocas y concretas) a seguir. Seguimos en contacto por si necesitan algo más.

Un abrazo.
Isidoro Candel

Estimada Digmarie;

No es raro que los niños protesten en las sesiones de los programas de atención temprana: extrañan el lugar y las personas, se les obliga a hacer algo que les cuesta, no tienen la protección de los padres… Lo cierto es que la tención temprana no tiene por qué convertirse en un «martirio temprano» para el niño. Es cierto que a alguynos les cuesta mucho habituarse y adaptarse, pero también es cierto que hay modalidades, alternativas, posibilidades de hacer las cosas de forma que al niño le resulte gratificante, lúdico, agradable. Y una propuesta es hacer la estimulación en el hogar, de forma que el niño no extraña nada, está en su terreno; a lo mejor, en vez de dos sesiones a la semana, solo puede ser una. Vale, pero lo importante es que el niño y la familia se beneficien realmente de las intervenciones, y no de cubrir un expediente. Plantéense lo de las rutinas y las actividades en casa para estimular al niño, además de los ejercicios en el centro solamente. Hay alternativas y se pueden hacer. Adelante. Seguimos en contacto. Un abrazo. Isidoro Candel