Mi hija tiene ahora 7 años. Vivimos en Córdoba. También pasó por el síndrome de West, pero tuvimos suerte y nos dimos cuenta muy pronto y sólo tuvo crisis durante 5 días. Estuvo un tiempo en tratamiento y luego se lo retiraron, hasta el día de hoy.
Ella entró en una escuela infantil con un año, y a los tres en un colegio concertado, donde tras mucho batallar con los responsables del Equipo de Orientación Educativa conseguimos que le dieran un dictamen de escolarización «B» (integración).
Así estuvo durante un curso, pero al llegar el periodo de inscripciones para el siguiente curso, nos comunicaron que habían decidido cambiarla a modalidad «C», sin contar con nuestra opinión ni nada por el estilo. Así que desde el siguiente curso pasó al aula de especial.
Durante el primer curso permaneció sola en ese aula, con alguna salida esporádica a otro aula con el resto de niños, al siguiente estuvo con un niño con síndrome de Angelman, al tercero entró un nuevo niño con autismo, y en éste curso hay dos más con autismo, y otros dos que tienen retraso madurativo sin especificar. Las edades oscilan entre los 3, 4, dos de 5, 6, 7 (que tiene mi hija) y uno de 14. Protestamos la primera vez, protestamos la segunda sin conseguir nada, y protestamos la tercera, (cuando vimos la mezcla que iban a hacer en el aula, junto con las madres «nuevas») y lo único que hemos logrado es que contraten a una becaria para ayudar a la maestra de PT y otra logopeda algunas horas. Sigue siendo insuficiente, pero ya lo dice el refrán «Niño que no llora, teta que no mama».
Mi consejo es luchar por nuestros hijos, aunque ello conlleve enfrentarse a otros estamentos. Algunas veces (desgraciadamente las más) no conseguiremos nada, pero otras veces sí.
¡Ánimo!