Noticia22 Jul 20163 minutos de lectura

Universitarios y jóvenes con síndrome de Down, trabajan codo con codo en una estupenda experiencia de inclusión veraniega

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Una veintena de universitarios españoles participan en un campo de trabajo muy especial organizado por DOWN HUESCA. Su objetivo es colaborar en los trabajos de construcción del futuro albergue La Sabina, en la localidad oscense de Fonz. Cuando esté terminado, este espacio se convertirá en una referencia, tanto en España como en Europa, de fomento de la vida independiente para las personas con síndrome de Down. En él los jóvenes con esta discapacidad podrán fomentar sus habilidades para el trabajo y la vida autónoma en un hogar propio.

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Los universitarios convivirán hasta el próximo domingo con otros jóvenes con síndrome de Down de la provincia. En esta experiencia de inclusión veraniega, todo el grupo dedica las mañanas a trabajar acondicionando una zona de juegos y parque infantil que irá ubicada junto a las viviendas del albergue, cuyas obras se espera que terminen a finales de 2017.

Por las tardes, los jóvenes disfrutan juntos de la piscina, o visitan las localidades del entorno. Comen, cenan y duermen en La Sabina. Es una de las singularidades de este campo de trabajo, que se enmarca dentro de la oferta que lanza cada verano el Gobierno de Aragón, y que lo convierten en un plan de verano de gran atractivo para los universitarios que quieren compartir y trabajar codo con codo con compañeros con discapacidad.

Es el caso de la zaragozana de 22 años Raquel Adán, estudiante de Trabajo social. Lleva tres años asistiendo a este campo de trabajo, y confiesa que “repito por los chicos de la asociación” de quienes reconoce que se ha hecho amiga. “Es un ambiente muy familiar y especial, pues trabajas con los chicos y también con los padres”, afirma.

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Otro ejemplo es el de la estudiante asturiana de Turismo Carla García, de 20 años. “Siempre quise tener relación con los muchachos con síndrome de Down y conocer su forma de vida. Son personas que, como cualquiera, tienen algunas dificultades, pero pueden hacerlo todo perfectamente ellos. Tengo muy claro que voy a volver. Nos cogemos mucho cariño”, sentencia.

Uno de los jóvenes con síndrome de Down, el oscense José Borrel, también lleva tres años acudiendo. Valora muy positivamente la experiencia de este campo de trabajo ya que pueden mostrar “cómo llevamos nuestra vida independiente: trabajamos, preparamos la comida, ponemos la mesa, recogemos y nos lo pasamos muy bien”.